sábado, 8 de septiembre de 2012

EL LIBRO DEL SÁBADO, Libertad. Johathan Frazem



Sin duda alguna ésta ha sido la gran lectura del verano. Un libro que ha esperado pacientemente a las largas horas de calor que me permitieran meterme en él como uno se zambulle en una piscina
Pues hay que avisar, por supuesto: son más de 600 páginas. Pero que nadie se eche para atrás, pues su lectura atrapa de una forma asombrosa y lo único que necesitamos es tiempo para dedicarle buenas dosis de lecturas para ir profundizando en esta familia norteamericana que, en esencia, es todo EE UU, con sus excesos, sus aciertos y sus más escondidas debilidades.
Con una escritura fluida y aparentemente  objetiva, el autor nos irá descorriendo los sucesivos velos tras los que se esconden sus vidas de impolutas fachadas (la madre con un pasado universitario laureado en el baloncesto, el padre tranquilo, equilibrado, progresistamente ecologista, el hijo rebelde que termina coqueteando con lo más putrefacto de la administración Bush y su guerra de salvación en Afganistán e Irak, el amigo cantante, políticamente incorrecto, que realmente puede llegar a ser el más honesto…)
Tras estas “maravillosas” vidas públicas, sin embargo, se esconden profundas insatisfacciones que les conducirán a la bebida o la depresión. Y aún más, todo un poderoso (e infatigable) deseo de competir y destacar en el mundo exterior que les condiciona y maltrata .
En la novela (que a veces recuerda a Philip Roth por su maestría para ir desvelando los resortes más oscuros de los personajes, pero también a un Zola disimulado que critica casi sin hacerse presente) veremos algunos de los tópicos americanos (el peso de la tradición judía, el miedo al alcoholismo, la cruzada antitabaco, el espíritu político de las gentes, el ideal del hombre de frontera que construye desde su propia casa a su destino, el ansia del dinero como una forma de aprobación social…)
Llama especialmente la atención la idea de libertad que muchos personajes defienden con tozudez. Una libertad de claro sentido republicano que nosotros estamos comenzando a padecer en Europa con la emergencia de las doctrinas neoliberales que ponen al individuo y sus elecciones por encima de todo.

Puedes ser pobre, pero lo único que nadie te puede quitar es la libertad de joderte la vida como te dé la gana. Esa es la conclusión a la que llegó Bill Clinton: que no podemos ganar elecciones actuando contra las libertades personales. Y menos contra las armas.

Esto llega a generar verdaderos contrasentidos, como la de salvar bosques para los pájaros migrantes, convirtiéndolos en minas de carbón a cielo abierto, o vender chatarra al ejército en su guerra en Irak con la total anuencia de unos políticos que ya habían vendido una guerra con el objetico de enriquecerse.

-          Tenemos que aprender a no sentirnos incómodos por forzar algunos datos – dijo, con su sonrisa, a un tío que había puesto en duda discretamente la capacidad nuclear de Irak -. Nuestros medios de comunicación modernos son sombras muy borrosas en la pared, y el filósofo tiene que estar dispuesto a manipular dicha sombra al servicio de una verdad mayor

Y es que el mayor acierto de la novela son sus tensiones entre la imagen pública (llena de formalismos y actuaciones políticamente correctas) y el pozo de deseos (gran parte de ellos inconfesables) que terminan por corromper al individuo que vive constantes crisis entre lo que debe ser y lo que querría ser.
Realmente una novela esclarecedora sobre los motivos más íntimos del otro capitalismo que nos puede ayudar a entender muchas de las cosas que ocurren en Estados Unidos, un país que, pese a lo que podría parecer, piensa muy distinto a nosotros.


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