jueves, 10 de septiembre de 2015

Textos históricos. Los eunucos en el mundo islámico


Un día, desembarcamos en un lugar que llaman Pechina, a unas leguas de Almería. Allí, ante mi sorpresa, empezaron a darnos mejor de comer: algunos arenques, verduras, a veces un poco de carne. Estuvimos en los establos de una casa grande tres días. Y, una noche, vinieron a despertarnos de madrugada. Bajo la luz de la luna y rodeados de mercenarios sirios al servicio de los mercaderes, emprendimos una marcha hasta llegar a un siniestro corredor. 
Y, enseguida, pudimos escuchar con espanto sus chillidos desgarradores y sus gritos pidiendo clemencia. Pronto supimos lo que estaba ocurriendo. Sólo contaré que, cuando llegó mi turno, me encontré en una sala enorme. Tenía el techo muy alto, las paredes mostraban manchas de humedad y desprendía un olor acre y pesado. Había allí manejaban los cuchillos. Supe después que los castradores de puercos eran los mismos que castraban a los hombres. 
Yo luché como una fiera cuando llegó mi turno, grité, me revolqué por los suelos y recibí palos terribles hasta que lograron amarrarme sobre una de las mesas. Estaba manchada de sangre. Tenía dieciocho años. En pocos instantes, entre terribles dolores, fui reducido para siempre a la condición de eunuco. 
La forma de hacer la operación era tan atropellada, sucia y desidiosa que, de veinticuatro hombres que entramos allí, once murieron. Los que nos salvamos, estuvimos destinados a algún mercado de esclavos y no podían llevar esqueletos. Un eunuco, debido al riesgo que conlleva la operación y lo adecuado de su condición para servir en los harenes, adquiere un valor extraordinario.
alimentados. 
Y la mañana de un jueves caluroso, nos llevaron al mercado de esclavos de la almedina. Hombres bien ataviados se acercaban a mí y me miraban los dientes como a un caballo; me tocaban el cuerpo para comprobar mi complexión, observaban mis manos. El mercader que trataba con ellos repetía siempre: «Un eunuco eslavo de dieciocho años, en la flor de la vida, que sabe leer y escribir nuestra lengua y el latín"



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